Cartafolio veneciano (XXX)


He llegado a convencerme de que no hay casa o palacio en Venecia que no haya acogido, en algún momento de su historia, a un insigne huésped, tal es la profusión de placas en las fachadas que acreditan la estancia de un escritor, un pintor o un músico. Pero la más hermosa de todas es la que descubro mientras aguardo a que abra el Palazzo Vernier dei Leoni para ver la colección de arte reunida por Peggy Guggenheim. Muy cerca, en el muro del jardín del Palazzo Dario que mira al Campiello Barbaro, una inscripción recuerda que allí se alojó Henri de Régnier, quien “venezianamente visse e scrisse”. Sin duda alguna, el mayor reconocimiento que puede dispensar Venecia, a la que, es evidente, le trae al pairo lo que digan esos críticos que consideran la prosa de Régnier démodé.

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Christian Doppler, el matemático y físico austríaco que dio explicación al efecto que lleva su nombre, falleció en Venecia el 17 de marzo de 1853. Una placa en el número 4134 de la Riva degli Schiavoni lo recuerda. Se diría que Venecia le ha concedido la placa, reconocimiento que parece reservar en exclusiva para los artistas, porque advierte la sustancia poética de la materia de sus estudios.

[Imagen: Le Palais Dario, de Claude Monet (1908)].

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