Plumas y pullas (I)


 

“Hay periodistas que saltan en paracaídas sobre Laos, interrogan a medio millón de moribundos, están a punto de ser hechos prisioneros por el Gran Tamerlán, pero vuelven a tiempo de ganar el Pulitzer, el Nobel o una Beca Juan March. Otros periodistas se levantan cada mañana a las ocho menos cuarto, toman un café con leche largo y salen con el coche utilitario a tiempo de aparcarlo, si hay sitio, en el ‘parking’ reservado. Suben a la redacción, se sientan a la mesa cotidiana, desenfundan las tijeras cotidianas, cortan, pegan, corrigen, cambian titulares, hablan de fútbol, y de señoras, de sus hijos y sus parcelas, envejecen con la mesa, mueren antes y según los años de comensales de papel, merecen una gacetilla fúnebre en la que se exalta su espíritu de sacrificio y de servicio a la información.
Curiosa profesión que aglutina a supermanes y a oficinistas, a políticos y a campeones del juego de los ‘chinos’”.

Manuel Vázquez Montalbán
Informe sobre la información


“Este es un oficio de frustrados y de cabrones, de burros que cobran seis horas y trabajan doce y de hijos de puta que cobran doce y no trabajan ni una. Es una profesión podrida y desigual, donde algunos listillos llegan alto y donde la mayoría nos quedamos sin dinero, sin mujer, sin hijos, sin querida, sin querido y hasta sin perro, teniendo por todo horizonte una máquina de escribir, una ventana que da a la noche y un cigarrillo prestado por un acreedor. Esa, os lo digo yo, es toda nuestra perspectiva de maricones inmortales, de mal paridos que fabrican la historia”. 

Francisco González Ledesma
Las calles de nuestros padres

2 comentarios:

Patricia Gardeu dijo...

...y además de los del paracaída y de los del despacho, hay muchos otros... Pero la esencia -cuando realmente es periodista- es la misma, no?

Lieschen dijo...

¿Muchos otros? ¿Seguro?