Plumas y pullas (LXXIV)




“Llegó la hora, cogí la pluma de hacer pesetas, como un pendolista de billetes de Banco de iniciativa individual, la pluma de falsificar 50 pesetas de literatura jocosa […] rasqué el ingenio… y nada. […]
Estaba avergonzado de mí propio. Temblaba como literato y como padre de familia. ¡Dios mío!, pensaba, ¿qué es esto? ¿Es impotencia?”.

“Yo no soy novelista ni nada; nada más que un padre de familia que no conoce otra industria que la de gacetillero trascendental”.

 “Tengo tres hijos y salen a muchos artículos cada uno”.

“Yo… por dinero baila el perro”.

“Los cien artículos que por mi mal y mis garbanzos escribo a los 32 vientos”.

“… mi colaboración periódica, o sea los garbanzos”.

Definición del "palique": “Modo de ganarse la cena el autor honradamente a falta de pingües rentas”.

“¡Esos paliques! Pobres paliques. Como quien dice: ¡pobres garbanzos!”.

“Quisiera yo ver a Goëthe necesitando escribir a diario para el garbanzo, y queriendo llevar adelante la autoeducación”.

“[No escribo] más que por dinero y por bastante dinero, que es la medida del valor de uno”.

“Haré yo lo que mucho trabajo me cuesta que es escribir de balde aunque sea dos o tres veces al año solo”.

“Las letras necesitan ser muy económicas, si quieren tener la necesaria dignidad e independencia; es indispensable ganarse los garbanzos suficientes para poder desafiar las iras oficiales”.

“No he entendido claramente la invitación de usted a escribir en su Madrid Cómico. ¿Se trataba de escribir gratis? En ese caso con mucho gusto regalo a usted el artículo publicado; y siento, por mis ocupaciones lucrativas, no poder continuar honrándome con esta colaboración.
¿Se paga? En ese caso con no menor gusto cobraré mi artículo; y si usted quiere…”.

“Si vuelven a verme por aquí [Madrid Cómico], pueden decir para su coleto: ‘A este le pagan más que  antes’. No hay más filosofía en el asunto”.

“Los paliques son los artículos que más trabajo me cuesta según me hago viejo y en cambio son los que menos me valen”.

“Tengo calculado que por término medio cada cuartilla que escribo me vale cinco pesetas, un duro, que es como yo cuento. En rigor me valen más, pues son pocos los artículos en que bajan de un duro y muchos en los que suben”.

“…artículos sueltos a precios módicos, por ejemplo […] a diez duros. Si quiere, avise”.

“…dinero que me dan, más que los libros, los periódicos a quien voy cobrando caro las puntadas”.

“Tengo parroquia para hacer artículos de quince duros todo el mes seguido sin levantar cabeza”.

“Escribir durante un cuarto de siglo casi un artículo diario, y muchas veces ¡dos!”.

“Los humildes coches de punto de la literatura […] tenemos que repetirnos”.

“¡Cuántas veces, por cumplir un compromiso, por entregar a tiempo la obra del jornalero acabada, me sorprendo en la ingrata tarea de hacerme inferior a mí mismo, de escribir peor que sé, de escribir lo que sé que no vale nada, que nada importa, que sólo sirve para llenar un hueco y justificar un salario”.

“Escribo mucho porque la vida es cara; no por dejar cuatro ochavos más a mis hijos”.

“Hágame el favor de apreciarme a mí un poco más que a mis escritos; recuerde que escribo para comer”.

“¡Ay, don Benito! Ya tengo tres hijos y sólo en juguetes me gastan un dineral; de modo que escribo como un cavador y a veces apenas sé lo que digo”.

“Apenas sé lo que escribo; debo una porción de cuartillas y estoy muy atrasado de trabajo. ¿Cómo podría yo ganarme dos millones para no escribir como escribo?”.

“Tentaciones de  mandar telegramas a los periódicos diciendo: Clarín ha muerto. Se ha pegado un tiro en el seudónimo. Ya no hay Clarín.
Y dedicarme exclusivamente a la filosofía. Con firma entera […]. ¿No habrá por ahí un millonario, mi admirador […] que me diga: le regalo a usted una porción de miles de duros, para que usted pueda descansar y dedicarse a la filosofía, olvidado de los paliques. No le impongo a usted más que la obligación que la de escribir antes de cinco años una Crítica de la razón que  eclipse a la de Kant?
Y la escribo. Vaya si la escribo, con eclipse y todo.
Escribo la Crítica de la razón purísima.
¡Cualquier cosa antes que el palique número 999.999!”.

"Pues este Nerón editorial, este Calígula empresario, héroe de la trata de papel impreso, pide artículos por ahí a los escritores más o menos conocidos y después de ofrecer que pagará 'en la medida de sus fuerzas' nunca se acuerda de medir nada y no paga aunque le aspen, sin duda 'porque no quiere servir de escabel a nadie', como decía un literato asturiano que tampoco pagaba... a la patrona.
Yo no he tenido nunca trato ni contrato con ese hombre, porque mi única cualidad digna de elogio, en cuanto literato, es una que nunca me han alabado mis amigos, y consiste en oler donde no guisan, quiero decir, donde no pagan; tengo, fuera modestia, un defecto excelente para huir de los malos pagadores; y como no creo con mucha formalidad que el tesón y hasta la dignidad literaria del escritor consiste, entre otras cosas, en no dar puntada sin hilo, en cobrar por su trabajo y en perseguir cualquier actio nata con el empeño y la energía que Catón el Censor enseñaba a sus hijos, por todo esto, he llegado a adquirir cierta habilidad de comisionado de apremios, y, en buen hora lo diga, casi nadie me debe nada".

  
 
[Todas las citas están tomadas de “El intelectual y la ‘pluma de hacer pesetas’”, de Jean-François Botrel, que introduce el vol. IX de las Obras completas de Clarín, publicadas por Ediciones Nobel, excepto la última que pertenece al artículo "Teatro crítico. Sinfonía", publicado en La Justicia, 4 de abril de 1888, e incluido en el vol. VII de las  OC]

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